Alguien que no haya practicado nunca Senderismo, lo describirá
como un deporte sencillo de realizar y sin ningún riesgo. En la
mayoría de los casos es así, siempre y cuando se respeten todas las
normas. No en vano es en la práctica de esta actividad donde más
accidentes se producen en la montaña y la gran mayoría de ellos
están provocados por la excesiva confianza en nuestras
posibilidades y por la falta de un equipo que se adecue a nuestras
características.
A pesar de la sencillez técnica del senderismo, entraña una serie de
riesgos que derivan del hecho de encontrarnos en un entorno
natural al que nunca deberemos menospreciar.
Por todo ello es conveniente tener en cuenta los siguientes consejos:
Tener siempre presentes nuestras limitaciones físicas.
No debemos sobrevalorarnos ni exigirnos esfuerzos de
los que después podamos arrepentirnos.
En línea con el anterior punto, para la planificación de nuestra
salida uno de los factores principales a tener en cuenta es
el tiempo que ésta va a durar ya que de ello dependerá
evidentemente el material que necesitaremos y las exigencias
físicas que deberemos tener.
Informarnos correctamente del camino a seguir antes de empezar.
Mantener un ritmo natural, sin forzarlo (salvo que resulte totalmente
necesario). No conviene en ningún caso provocar una
sobrecarga física.
Acomodar el ritmo al de los más “lentos”, para evitar su cansancio
o la disgregación del grupo. Con este fin colocaremos a
quienes van más despacio en primera posición.
Para hacer un cálculo aproximado del tiempo que nos va a llevar una
caminata, debemos tener como orientación la cifra de 3/4 km/hora;
en terreno llano y sin carga pesada. Sobre esto deberán tenerse
en cuenta
otros puntos como el desnivel (cuesta arriba el paso será más lento),
el viento (que dificulta el andar), las paradas que se estimen
necesarias…
En subidas y bajadas de gran nivel es conveniente caminar
realizando
zig-zag, lo que nos ayudará a aminorar el desgaste físico.
Considerar la época del año en que vamos a salir para determinar las
características de nuestro equipo.
Intentar caminar por las sendas establecidas y no dejarnos tentar
por los atajos que prometen ahorrar camino, casi siempre acaban
pagándose con un mayor esfuerzo.
Si no estamos bien informados de las posibles rutas, no nos
aventuraremos
por zonas desconocidas, teniendo en cuenta que en el monte
es muy fácil
desorientarse.
No interrumpir las subidas con paradas continuadas que lo
único que conseguirán será cansarnos aún más (haremos un
esfuerzo cada vez que nos veamos obligados a reanudar la marcha).
Abrigarnos en las paradas. Durante la caminata tendremos calor y
con seguridad preferiremos ir ligeros de ropa, a la hora de parar
debemos ser conscientes de que puede cogernos el frío.
Beber líquido a menudo, para evitar la deshidratación.
Principalmente durante el invierno, aunque también en el resto
de las estaciones, debemos poner especial cuidado
a la hora de preparar nuestro equipo, teniendo
en cuenta que un precioso día soleado puede convertirse en
un día de niebla y frío en lo alto de la montaña.
En época de lluvias debemos evitar caminar por el curso de
los ríos ya que nos podemos ver sorprendidos por una crecida
repentina de las aguas.
Durante la temporada de caza conviene informarse sobre la
posibilidad de que en la zona a recorrer se esté organizando
alguna batida de caza.
Mucho cuidado con las cerillas, cigarrillos, hogueras… pueden
convertirse fácilmente en el inicio de un incendio.
Respetar la flora y fauna que encontremos
(hay que tener en cuenta que en
numerosas ocasiones nos encontraremos con especies protegidas).
Respete la frase:
“Llévate sólo tus fotos, deja sólo tus pisadas”.
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